jueves, 13 de enero de 2011

Quiero Trabajar en La Nación

Por respeto a él no voy a revelar el nombre, pero contaré la anécdota: un actual renombrado escritor, en sus épocas de exilio y ante la necesidad de tener un trabajo aceptó un puesto en un diario europeo. Pero su trabajo no consistía en ser columnista, ni cronista de la sección cultura ni nada por el estilo. Lo habían designado redactor del horóscopo. Lejos estaba él de tener conocimientos esotéricos, pero habia que poner un pan dentro del plato sobre la mesa. Así, estuvo un buen tiempo inventando -literalmente- cada una de las eventuales fortunas de los doce signos, todos los días. Confesó que le bastaba mirar por la ventana para obtener desde allí la "inspiración" astral, y así, por ejemplo, si veía a una persona pasear su perro le aconsejaba al de Acuario que era buena semana para pastorear a su mascota.
Parto de ésta anécdota para confesarlo: mucho me gustaría ser el redactor de ficción de la sección Cartas de Lectores de La Nación.
No lo tengo confirmado, pero son grandes las sospechas que detrás de las firmas se esconde un real talento de la ciencia ficción epistolar; que alguien se dedica a revolcarse con las musas para inventar esas cartas de lectores que día a día me tomo la (insalubre) molestia de leer.
Entiendo perfectamente que no a todos nos puede caer bien el actual gobierno, pero es mucha casualidad que el buzón de La Nación sólo reciba líneas críticas rayanas en la envidia y la impotencia. Eso, o maten al cartero.
En tren de imaginar, imagino a un redactor fantasma cumpliendo el mismo trabajo de aquél escritor al que hago referencia al comienzo de éste posteo. Imagino a alguien cuya única misión es redactar epístolas contrarias a cualquier cosa referidas al gobierno nacional. Y cuando digo cualquier cosa, es cualquier cosa: desde un acuerdo bilateral, hasta el bigote de Aníbal Fernández.
Alguien podrá decirme: "pero las cartas llevan firmas, e incluso muchas de ellas acompañadas de D.N.I o Libreta de Enrolamiento". Lo pensé, lo pensé. Pero hasta eso tengo resuelto si es que consigo que me contraten como redactor fantasmagórico de la sección Carta de Lectores de La Nación: Tengo una familia numerosa, y ninguno de la parentela se negará a cederme su nombre y DN.I. para que yo pueda ganarme el pan con el sudor de mis dedos. Puedo ir haciendo desfilar hermanos, cuñados, primos del suegro del vecino y así, al punto de al menos tener cubiertos varios meses de lectores firmantes. Más fácil es (como ocurre) dejar como firma una casilla de mail; puedo inventar millones de cuentas fantasmas al sólo efecto de que las cartas resulten mas creíbles.
Si realmente, como lo sospecho, hay un redactor que inventa Las Cartas de Lectores de La Nación, quiero ese trabajo. Si no existe, me ofrezco con una idea original.

2 comentarios:

  1. Santiago ,me demostras que sos mas tolerante que yo....por que La nacion no la leo ni mamado.....se que tenemos que leer la ""OTRA"" campana..pero La Nacin..o Clarinete ni on line....por eso quedo desubicado cuando postean algo......

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  2. Estimado Santiago: Quiero deciros que no es cierta esa presunción de que son inventadas las cartas a los lectores del prestigioso diario "LA NACIÓN".
    Quiero que sepa Ud. que de este modo está denostando la opinión de quienes día a día expresamos libremente nuestras posturas y pensamientos en el diario.
    Creo que os basta con ese "plan trabajar" que de seguro estará cobrando y le recomiendo no sofocar sus mínimas posibilidades de éxito por pecar de extremo ambicioso.
    Quisiera también recomendarle que no se meta con mi laburo, que por el momento es de lo que vivo, y me cuesta bastante. Si Ud. llegara a ir a la redacción del diario a solicitar serrucharme el piso, yo me inmolaré frente a su domicilio a lo Bonzo.
    No jodas muñeco, está todo liso así, no rompas las bolas que el horno no está para bollos.

    Atte: Hipólito Ricardo Pueyrredón de Anchorena.

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